¿Cómo perdonar un trazo mal dado en la vida?

Hoy tengo el placer de contar con una colaboración muy especial. Desde que decidí tener mi propia Web, con un Blog activo. Pensé en dar voz a personas que nos pueden acercar ideas, experiencias o conocimientos, en línea con lo que Zentangle® representa. Cómo el crecimiento personal y la paz interior.

Da la casualidad que en Mayo 2021 fui invitado a escribir sobre Zentangle en el Blog del Cancer Coach Dr. David Calvo Temprano. Por lo que no es una casualidad que el primer Guest Blogger sea él. Siempre es un placer escucharle y en este caso leerle.

En esta ocasión nos habla del Perdón, esa capacidad necesaria para conseguir estar en paz con uno mismo y el entorno, pero que tanto nos cuesta conseguir aplicar. En Zentangle aprendemos a perdonarnos los trazos que no nos salen perfectos.

El Dr. David Calvo Temprano, nos ayudará a ir un paso más allá y trasladarlo a lo cotidiano, a nuestra vida.

Al final del articulo añadiré enlaces tanto del mencionado artículo sobre Zentangle un su Blog, como de intervenciones suyas.

Os dejo en las mejores manos, espero que disfrutéis de su aporte. Dr. David Calvo Temprano

David Calvo Temprano
Dr.David Calvo Temprano 

Director EEL Asturias / Coach & Practitioner PNL / Profesor Universidad de Oviedo / Radiólogo HUCA

¿Cómo perdonar un trazo mal dado en la vida?

LA VIDA, ESA TESELA EN LA QUE CADA TRAZO CUENTA PARA AVANZAR:

Si la vida fuera una tesela, y cada trazo contara a la hora de experimentar un paso más en la vida, seguramente veríamos muchas errores en ese “lienzo”. Muchos de nuestros trazos y los de los demás no eran “aparentemente” perfectos y artísticos; y parecerían suponer una disrupción en la imagen que teníamos en mente, bien por error inconsciente o bien por falta de capacidad artística para plasmarlo.

Esta puede ser una buena expresión de cómo vemos un error que no hemos aún perdonado en el otro o en nosotros mismos. En la filosofía del Zentangle® no deben corregirse los trazos “errados”, sino que debe construirse conscientemente a partir de cada trazo, estuviera así previsto en nuestra intención o hubiera salido así por cualquier motivo. En la vida es igual: muchas veces se nos presentan errores con los que no contábamos, que nos afectan profundamente, y que decimos que nos impiden seguir “dibujando” nuestra tesela-vida sin poner nuestro foco en ese error.

EL RESENTIMIENTO, ESE SECUESTRO DE NUESTRA VIDA AL QUE NOS AFERRAMOS COMO ESCLAVOS:

Bien sabemos que, si no perdonamos, el trazo seguirá estando en nuestro haber, seguirá en el lienzo, y además seguirá secuestrándonos -consciente o inconscientemente- nuestra energía vital, nuestra atención y nuestro tiempo; esos que consideramos tan sagrados, los estaremos desperdiciando precisamente en lo que hemos categorizado como “error”, pero se lleva lo mejor de nosotros mismos.

Cuando tenemos un hecho pasado que no perdonamos, sea nuestro o de otra persona, estamos apostando por la lucha constante por mantenernos atentos a él, más que dedicar esa energía en vivir la vida independientemente de él. Por eso se llama precisamente resentimiento a la emoción que siente y resiente constantemente sin poder avanzar, por el lastre que supone ese mal-trazo en su vida; sin darse cuenta de que es uno mismo quien elige a qué prestarle atención y qué aceptar como un hecho pasado y con el que puede seguir viviendo el presente si así lo elije y decide.

Cuando nos planteamos qué cosas nos hacen perder nuestra armonía, nuestra paz, nuestro equilibrio vital, siempre aparecen “culpables” a los que echar eso que no queremos: “la culpa”. Pareciera que “la culpa” fuera algo real, que tuviera existencia y naturaleza verdadera, ¿verdad? Entonces, ¿cómo es que no se siente cuando el hecho sigue habiendo acontecido, pero logramos elegir sanamente y lo perdonamos? Lo que aparenta ser tan difícil -como creemos que es el PERDONAR- resulta ser simplemente una muestra de coherencia e inteligencia: perdonamos para poder seguir viviendo en paz; para poder aportar nuestro amor y alegría a la vida que apreciamos; para dejar de malgastar la vida, el tiempo y la energía en lo que decimos que no queremos; y ante todo, perdonamos porque ya hemos aprendido a amarnos tanto… tanto, que ya no aceptamos lastres autocreados, límites inventados, por lo que nuestra cháchara mental nos exige enjuiciar constantemente, sin dejarnos “en paz”.

LA VISIÓN DEL RESENTIDO: CULPOSA, AGOTADORA Y DESHUMANIZADA.

Cuando estamos atascados en un rencor, vemos a la persona culpable de forma deshumanizada. De repente, todas las cosas bonitas que antes podríamos haber visto de esa persona se han ido, las hemos pasado por alto. Nuestro foco solo es mantener y defender una lista de resentimiento que va in crescendo, y que, si no nos pide perdón no liberaremos, pero que -incluso aunque lo pida- podríamos no otorgarlo, y seguir así sufriendo, cuando podríamos liberarnos con tan solo decirnos: “de acuerdo, no me ha gustado, y sigo viéndolo igual, pero ya está, ocurrió, y deseo pasar página; no necesito negarlo ni ocultarlo; no deseo vivir contra ello; deseo vivir a favor de todo lo maravilloso que está en mi presente y está por venir”.

NO PERDONAMOS PARA TENER RAZÓN EN QUE NO DEBERÍA HABER SIDO ASÍ LA REALIDAD:

Si tan valioso se muestra el perdón, ¿cómo es que parece tan difícil de otorgar? ¿qué nos impide perdonar? El deseo de TENER RAZÓN. Nos han enseñado, equivocadamente por supuesto, que si otorgamos el perdón -a otros o a nosotros mismos- es “como si no hubiera ocurrido, como si no hubiera pasado el hecho”. Y esto no es así. Por ejemplo, en una ruptura emocional, una persona puede perdonar a otra y no volver con la persona. Lo que diferencia al que perdona del que no lo hace solo es que encuentra paz para sí mismo, y puede seguir con su vida con ello en armonía, aún cuando siga sin gustarle que haya pasado.

Solemos creer que no perdonamos porque pasó algo determinado, pero la realidad es que estamos resentidos no por el hecho de que pasara (que fue real y punto), sino con la creencia de que eso no debería haber pasado. Tenemos, algo así, como un código de la ley en nuestra mente (enseñado por otros) que nos dicta contra qué debemos ir y qué es correcto según el caso. Nos enseñan a “tener juicio”, pero resulta que ese juicio cambia de persona a persona, cambia de tiempo en tiempo y cambia de lugar a lugar; por lo que “lo de tener juicio” es más volátil que una hoja otoñal cuando vira al marrón y olvidó su verdor.

LA AUTÉNTICA PANDEMIA: EL RESENTIMIENTO CONTRA LA REALIDAD.

La causa que nos lleva a LA ENFERMEDAD DEL SUFRIR por resentimiento, y que puede incluso ser tan crónica como toda una vida, es sencillamente el otorgar más valor a tener la razón, que a estar en paz. Y, además, lo más loco de todo (pero no lo sabemos, o no lo sabíamos antes): que ni tan siquiera es buscar la razón en una creencia auténticamente propia, elegida conscientemente, sino al grado de coherencia con ese famoso código de ley que nos han enseñado de forma tan disfuncional nuestro antepasados (tan equivocados y mal informados, como nosotros mismos).

Cuando antepongo el código de un juicio arbitrario, cada vez que juzgo, alguien sale condenado. Y claro, nosotros no deseamos ser condenados, por lo que frecuentemente “buscamos la culpa en el otro”, incluso cuando en ocasiones otros podrían fácilmente ver que quienes hacemos eso de lo que acusamos a los demás somos precisamente nosotros. A esto Freud lo llamó “proyección”, y supone una forma de defender un personaje al que le tenemos mucho cariño (nuestra personalidad o nuestro yo, nuestro ego); ese personaje al que nos hemos ido uniendo, y que jamás conseguiremos que esté en paz, pues es solo virtual, como el traje de Halloween para un niño que se disfraza, pero al que le ha dedicado demasiadas horas para su confección como para desecharlo tan fácilmente.

Asumimos que todo el mundo -en un grado mayor o menor- mantiene, sostiene y alimenta día a día uno o varios resentimientos con su pasado. Consideramos, según la definición de salud ofrecida por la OMS hace ya 70 años, que la salud mental y social es también salud. Por lo que, los resentimientos nos hacen perder salud, y por lo tanto SON ENFERMEDAD. Ergo… si estar resentido es estar enfermo, y todo el mundo asumimos que está resentido con algo… TODOS ESTAMOS ENFERMOS de la enfermedad mental y emocional (y sobre todo social) del resentimiento, así que la AUTÉNTICA PANDEMIA es el resentimiento con el pasado.

REGLAS PRÁCTICAS PARA SANAR: LAS 7 PREGUNTAS DE LA SANACIÓN EMOCIONAL.

Existen algunas reglas interesantes y útiles para abordar de forma inmediata el perdón que me gustaría aportar:

  1. Pregúntate qué es lo que deseas, si tener razón o estar en paz, cuando te veas en un conflicto. Recuerda que si prefieres juzgar y buscar culpables, jamás estarás en paz (¿cómo estar en paz si hay “malos” alrededor?).
  2. Pregúntate cómo te juzgarías a ti mismo si hubieras sido tú precisamente quien hubiera hecho o dicho eso que le atribuyes a tu ofensor. Es una regla muy reveladora, pues todos somos bastante conscientes del hecho de ser más benévolos con nosotros que con los demás (casi siempre), y curiosamente encontramos más justificaciones para nosotros, pero muy pocas para los demás.
  3. Pregúntate si esa persona es feliz cuando hizo o dijo eso de lo que tú le acusas. Verás que siempre, si has visto mala fe con claridad en el otro, el otro no te parecía feliz. ¿Y cómo alguien que sufre va a compartir algo amoroso contigo? ¿No será quizás precisamente una llamada de auxilio, y tú lo estás viendo como un “demonio”? Las personas que sufren suelen ser las que más daño hacen a los demás, pero es que igual nos están pidiendo ayuda sin saberlo.
  4. Pregúntate si esa persona sigue siendo digna para ti de tu afecto, respecto, cariño e incluso tu amor. Es conocido cómo nos resentimos más frecuentemente con las personas que decimos querer, y mucho menos con los poco conocidos. Y no es solo porque tengamos más trato, sino porque les exigimos más. Son a los que más queremos, pero también a los que más difícil se lo ponemos. Si es una persona que realmente amas, pregúntate si no será aún más puro y sincero ese amor incondicional que dices tenerle si, en un momento de error claro (según tu criterio), muestras tu lado más compasivo y comprensivo, y le ofreces tu amor, aún cuando se ha equivocado. Un error se puede subsanar; a no ser que lo consideres imperdonable. Pero si lo consideras así, nunca lo perdonarás y NUNCA estarás en paz. Tú eliges.
  5. Pregúntate si estás dispuesto a mantener en eso tu atención, tu energía, tu vida y condicionar así todo lo demás que dices amar más que ese error por estar pendiente de que “el reo no salga de su cárcel”. Recuérdate algo que no sabes: El carcelero está tanto en la cárcel como el reo, aún cuando esté del otro lado de los barrotes. Si el carcelero se tiene que asegurar de que el reo cumpla su condena, ese carcelero no tendrá vida fuera de la cárcel, y por lo tanto, como si fuera una espada de Damocles, cada vez que condenamos, dejamos que nos “corte” nuestra vida y a la del otro que creemos culpables, para siempre (hasta perdonarle).
  6. Pregúntate si quieres darle más valor a tu ficción mental (=lo que debería ser) o a lo que dices que es la realidad (=lo que asumes que es). Sí, sé que esto nunca lo has pensado así, pero solo porque resulta demasiado obvio, y por ello nuestra mente nos engaña. Tú dices estar resentido por algo que ha ocurrido, y por tanto es real. Pero dices que tu mente (tu libro de la ley mental) declara que eso que ya ocurrió, no debería haber ocurrido. Olvidando así que tú mismo te contradices, pues la realidad es que sí ocurrió y, por lo tanto, cuestionarte si debería haber ocurrido o no a posteriori solo te está metiendo en problemas, sin dejarte seguir en armonía. Lo cierto es que sufrimos, no por algo real que pasó, sino por la ficción falsa e inventada por nuestra mente de que “no debería haber pasado” (recuerda, la realidad ya lo puso ahí). Estás resentido por lo que crees que no debería haber sido real, pero la realidad no está ahí para que tú la juzgues, sino para que la vivas y la aprecies, en la mejor forma que puedas y sepas: quizás sea esa la evolución a la que estamos jugando a no desear… algunos.
  7. Pregúntate, porque, si estás resentido, entonces te estás engañando. Tú, seas consciente o no, deseas estar bien, estar tranquilo, ser feliz, tener bienestar. Todo el mundo lo suscribiría. Pero sabes perfectamente que, mientras estés resentido, jamás podrás estar en paz. Si tu objetivo vital es menos importante que el mantener el resentimiento contra otro (que busca mejor o peor lo mismo, y quizás está tan equivocado como tú en el modo), entonces sufrirás. Pero si has adquirido el Conocimiento Real de que en la vida siempre puedes estar en paz con lo que ocurra, te guste o no, pues no deseas obstaculizarte con juicios (de los que realmente no estás tan seguro, y ¡los cambias continuamente!), entonces encontrarás paz donde otros ven motivos para la guerra. Si te dieran mil millones de motivos para la guerra, y solo uno para estar en paz, ¿qué eligirías? Elige paz, y no aprecies motivos para perderla. La vida en paz es la única Real, pues la otra no es vida, no se disfruta.

Como ves la mejor forma de superar el resentimiento y perdonar, si te fijas en cómo empieza cada uno de los puntos anteriores, es PREGUNTARTE… si es esa la mejor manera que se te ocurre.

ME PERDONO POR NO HABERME QUERIDO LO SUFICIENTE PARA PERDONAR MI PASADO HASTA AHORA.

Perdonar es quererse lo suficiente como para no perder el foco de que lo único que quieres es vivir lo mejor posible, de que la vida siempre ofrece formas de apreciar lo que aprecias, de no autoesclavizarse a encerrarse en una cárcel mental solo por cerciorarse de que no escape el culpable, y, ante todo, de valorar más la realidad que la ficción que una mente dice, cuando está desentrenada y aleccionada en un sistema que no ha demostrado ser útil para ser feliz, pero sí para buscar guerras en todas partes.

La Neurociencia sabe hoy en día que nuestro cerebro está aún programado para sobrevivir, no para ser feliz; para eso será necesario no solo que trascendamos el inferior cerebro reptiliano busca-guerras, sino el mental incansable que no nos deja estar tranquilos, y alcancemos el cerebro más evolucionado, llamémoslo espiritual.

Si deseas estar en paz, envía tus mensajeros de la paz metafóricamente, y comprende que los demás, igual que tú, no siempre hacen las cosas de la mejor manera, que se equivocan y que están confusos y desorientados, porque -al igual que tú- no les enseñaron para ser felices, sino para cumplir órdenes con las que les pudieran manejar mejor porque a ellos también les hicieron lo mismo. O bien somos todos culpables e irremediablemente malos, o bien somos todos inocentes e inconscientemente estamos centrados en los problemas, en vez de crear la solución poniendo el foco de nuestra luz en lo que aún no vemos: que la realidad nos ofrece lo que necesitamos para trascender los juicios mentales disfuncionales, y asegurarse de que ya estamos preparados para la siguiente fase de nuestra evolución como humanidad.

Aún mantenemos guerras en nuestro haber (y no retóricas solamente). La clave para no dar más valor a tener razón que a estar en armonía con la realidad es una evidencia que se nos olvida: no lo sabemos todo. Si lo supiéramos, probablemente entenderíamos que todo esto es PARA ALGO, y sin duda, para algo bueno: nuestra evolución como seres de paz y amor, y no de guerra y miedo.

Todo empieza siempre con una idea, con un sueño (I have a dream)… “mi” sueño es que todo el mundo sea declarado INOCENTE, y subsanar los continuos errores del comportamiento habitual o conducta puntual, pero sin olvidar que la IDENTIDAD colectiva es la inocencia, por lo que no condenaríamos nunca a nadie, más que a enseñar desde el amor las consecuencias de los errores desde su nivel de conciencia. Si a un niño pequeño no lo condenarías por prender la casa jugando con un mechero, ¿qué te hace creer que un adulto sí es consciente de lo que hace, mientras con ello él mismo no es más feliz?

Dr. David Calvo Temprano

Enlaces de interés

Visita al Blog de David aquí.

El enlace directo al artículo sobre Zentangle® en su Blog es este.

Puedes escuchar su entrevista sobre el Perdón en Radio Intereconomía aquí.

 

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8 Comments

  • Nerea

    Muy interesante e importante para vivir mejor, sobre todo, con nosotros mismos. Hace tiempo que elegí estar en paz a luchar por tener la razón. Gracias por recordarnos qué es lo realmente importante.

    • Gildo Sobrino

      Muchas gracias Nerea. Me alegro que te haya gustado. Para mi es un regalo que David haya accedido a escribir este articulo para nosotr@s. Que ya sabes, es «vuestra» web.

    • David Calvo Temprano

      Muchísimas gracias a ti, Nerea. Pues tienes clara la base de tu salud emocional y con ello nos ayudas a los demás a sanar este mundo🙏

  • Soraya

    ¡Me ha encantado!
    Gracias por poner en valor el perdón, no solo a los demás, también a nosotros mismos. Para mi es la mejor forma de vida, sin juicios ni creencias limitantes. Cultivar el amor incondicional (una redundancia ya que Amor, en sí mismo, es no condicionar) es vivir con alegría y en paz. Un abrazo

    • Gildo Sobrino

      Gracias Soraya. De ahí que cuando David accedió a escribir para nosotr@s, le pedí que fuera sobre el perdón. Ese paso, que tanto cuesta si es perdónar a los demás y duele si es perdonar a uno mismo.
      Pero nos hace tanto bien aprender a perdonar y dejar de resentir.

  • Gertrudis

    Muy interesante… efectivamente si no perdonas te estas envenenando con tu propio veneno… y la otra persona sigue igual.
    Hace tiempo que decidí no gastar mi energía en resentimientos. La paz mental no tiene precio. Veo mas difícil perdonarme a mi (duele mas)
    Gracias David. Y a ti Gildo por presentárnoslo.

    • Gildo Sobrino

      Gracias Gertudis, me alegra que te haya gustado la aportación de David al Blog. Un abrazo.

  • Sergio P Holanda

    Sencillo y práctico. Gracias David.

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